La labor de Cristina como apicultora nace hace 7 años recogiendo el testigo de algunos apicultores con más de 30 años de tradición, y más de dos generaciones dedicadas a la apicultura hobbista.

Tierra de Campos, el lugar que habita, posee un entorno muy favorable al desarrollo apícola y, de hecho, son receptores de muchos asentamientos trashumantes año tras año. Ella cree en la apicultura que genera empleo local, la estante. A nivel social, porque favorece el tejido social; a nivel ecológico, porque las abejas son necesarias para el ecosistema, para los cultivos; a nivel cultural, porque todavía hay muchas casas viejas con cestos añejos de antiguas colmenas; y, a nivel personal, porque genera un producto que representa al pueblo.

La apicultura necesita pocas materias, todas las adquieren a nivel regional (León, Zamora, Valladolid). Venden sobre todo a nivel local, aunque están ampliando el mercado. Tienen un acuerdo con un artesano de Lérida para la fabricación de sus caramelos de miel y propóleo, a quien entregan su materia prima para su elaboración, sus productos se empezarán a vender allí también.

Estar empezando a promocionarse para llegar a un mercado mayor, como su espacio de trabajo se les queda pequeño, lo están ampliando. También están en proceso de iniciar un servicio de venta Online, sobre todo para dar salida a productos que tienen menos impacto a nivel local, con más mercado a nivel urbano.

Consideran que disponen de una miel única, muy difícil de encontrar en nuestro país y que es considerada de muy alta calidad en otros mercados, como el francés. Es la miel de Centaurea, a la que quieren dar reconocimiento. Es una seña de identidad de Tierra de Campos, porque no es posible encontrar flores de centaurea en la cantidad que hay aquí en casi ningún lugar de España.